DJ Fl00r-Iam
ICE 1021
No todo en la vida es sexo — pensó Florian con una risita abstemia — sino también los impuestos. Se le fué la risa. No acostumbrado al silencio, la remplazó con el recuerdo de las cajas enteras de condones que tenía en el sótano, relicto de la pandemia. Qué tiempos... — Siguió sin poder reirse. Florian tenía 3 talentos. El primero: una imaginacion muy activa que le permitia a su instinto mágico divisar en cualquier situación un buen negocio. El segundo: poner sus planes en marcha en cuanto los pensaba, sin necesidad de planeación alguna. Y por último: No dejarse desilusionar por su cadena interminable de negocios fallidos, pero muy bien intentados.
Se terminó de lavar las manos, un poco decepcionado por la falta de jabón. Florian se podía acosumbrar a todo, excepto a las desilusiones. Siempre habia sido así. Al menos el dispensador tiene buen humor — se dijo al borde de la risa, jalándo la palanquita, por la fuerza de la costumbre, rápido y rítmicamente con el dedo medio y el anular, sus dedos más fuertes — kwiii-kwiii, Tatjiana-chan. Sí sonabas bien rico ayer. Soltó la palanquita y dejó de sonreir, como quien deja de reirse por educación. Se secó la manos en el pants gris como intentando adelantar el tiempo. Estaba demasiado cansado como para darse cuenta de lo mojado que estaba quedando. Ya eran las 12:55 — 19:55, no me sorprende tener tanto sueño — No tenía las menores ganas de ese vuelo de 14 horas — al menos voy a regresar a mi horario por unos días.
Cabeceó sin darse mucha cuenta antes de volver a mojarse las manos. Se acomodó el cabello y se intentó refrescar un poco. Florian sabía que no podía darse el lujo de perder el vuelo otra vez. Intentó pensar en algo entretenido, algo que le devolviera el buen humor. De manera inconsciente empezó a acariciarse el glande a través de la tela delgada de sus pants. Pensó en el vuelo, el avión oscuro, la cabina en las penunbras, las pantallas encendidas — lo que pasa es que las películas mudas en las pantallas ajenas siempre son mejores, oba-chan — se acordó de su abuela y se le espantó el libido. No le gustaba pensar en sus muertos no enterrados — Yo creo que sí me voy a tener que echar esa rallita — Se dijo con la resignación de quien peca por obligación — Pero va a ser a tu salud... bueno, en tu memoria — eso sí le dió risa — que idiota soy. Idiota pero así me amas. Te voy a extrañar mucho — se acordó de Tatiana — que puto antojo de un ramen.